Del deseo a la realidad: la edición genética (aún) no está preparada para tratar pacientes
La edición genética utiliza “herramientas CRISPR” que se diseñaron a partir de los sofisticados sistemas inmunitarios que utilizan las bacterias para defenderse de los virus. Estas herramientas son capaces de cambiar a voluntad la secuencia de ADN de cualquier gen, de cualquier genoma en cualquier especie. En la actualidad podemos revertir mutaciones, en modelos animales, p.e. “ratones avatar”, suministrando virus o nano- partículas cargadas con las herramientas de edición y las secuencias de ADN molde con la secuencia correcta.
Las “herramientas CRISPR” están formadas por un “cortador” de ADN que es una nucleasa, habitualmente la Cas9 y por una pequeña molécula de ARN que actúa como guía emparejándose con el gen a editar. Esta “herramienta” cortará el ADN con gran precisión, pero esas roturas deben ser reparadas de inmediato o la célula muere.
En todas nuestras células hay dos sistemas de reparación, uno permanentemente activo y otro, solo activo en células en división. El primero genera secuencias complementarias y suele terminar con la inactivación del gen y el segundo emplea secuencias de ADN molde circundante que si bien sellan la cicatriz normalmente alteran la secuencia del gen. Estos sistemas de reparación ni tienen la precisión requerida ni memoria; algunas veces borran otras añaden miles de nucleótidos…etc.
Debido a lo anterior, tras un experimento de edición genética con CRISPR se obtienen multitud de secuencias de ADN distintas. Esta diversidad es fácil de gestionar en plantas o en animales, p.e. en ratones solo son un 5% es idóneo, es decir 1 de cada 20 ratones y eliminamos a los 19 restantes. Pero en pacientes no podemos arriesgarnos en revertir en un 5% la mutación generando un 95% de otras mutaciones potencialmente peligrosas. No sería ni prudente ni ético exponerles a terapias que no controlamos.
Pero además el investigador Mattehew Porteus de la Universidad de Stanford alertó de la presencia en seres humanos de anticuerpos y linfocitos contra la Cs9 normalmente utilizada en estos procesos. Da la casualidad que esta nucleasa se obtiene de dos bacterias la Estreptococos pyogenes y la Estafilococos aureus. Como estas bacterias producen corrientemente infecciones en humanos nuestro sistema inmunitario las conoce a ellas y a sus componentes. Al utilizarlas nos arriesgamos a provocar una reacción alérgica que incluso podría llegar a convertirse en un “choque anafiláctico”.
Hay que volver pues a la investigación en el laboratorio. Hoy se están buscando nuevas nucleasas en bacterias que no tengan relación con el ser humano o variantes de la técnica CRISPR como es la posibilidad de cambiar nucleótidos concretos en el genoma sin necesidad de cortarlo, pero que todavía tardaran en trasladarse a clínica.